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Este jueves, relato: Párrafos incluidos.

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           "Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo"        Pensó, que este era otro tipo de hielo, el que paraliza los sentidos, detiene el tiempo y eterniza las dudas      -¿Por qué yo, y por qué ahora? Se preguntaba el coronel.   Tantos riesgos pasados, tantas batallas peleadas, tantos flirteos con la muerte salvados. Hubiera preferido mil veces morir de manos del enemigo conocido, que de la mezquina mano de este amigo desconocido-      Pero ya era tarde. Sus recuerdos y su mirada se perdieron entre los pedregales que delimitaban el paredón y la borrosa fila que formaban sus ejecutores. Sintió en su cuerpo el frío de la piedra y en su corazón la ausencia de su amada.        Aquel hielo de entonces le heló el alma de ahora, y sin pretenderlo, su espíritu se despidió con un hilo de voz dirigido a aquella gélida pared de mampostería:

Palabra 32 de 52: "Corazón"

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Corazón de madera: Cortado con mimo. Tallado.  Lijado. Pulido. Barnizado. Esconde otro Corazón. Más sobre corazones en Sindel  

Los domingos... Limpieza General. "Una mesa" (Aireando viejos relatos)

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     Una mesa, como mi padre. De mayor, quiero ser mesa como mi padre, no una de esas extensibles o articuladas, ¡no! quiero ser de una pieza, grande y maciza.      Sólo soy un pino, no importa, seré la mesa más fuerte de cuantas se hayan fabricado, con los abuelos presidiendo los extremos, sonriendo cómplices por habérsela comprado a Quimet, el ebanista de la Plaza.      Recuerdo aquella que se hizo él para su casa, de vieja delataba en su piel todo su pasado. La mesa del Quimet y la Colometa era su historia.  Su superficie, que ella lustraba cada sábado, era un mar de cicatrices por cuyas rendijas, ensimismada, pasaba las horas arañando las migas de pan que habían quedado varadas en su fondo.      Hay un largo camino, desde Valsain, allá en la Sierra, hasta la carpintería de Quimet. Es ley de vida, ya tengo los poros abiertos y mi piel es clara como la paja pálida con sombras rosadas.     Huelo a fresco y no me importará oler a cola como huelen los mayores, primero h