Este Jueves/Sábado... relato. Mi calle



Mi calle, es estrecha y larga; al menos, así la recuerdo.

Aquella calle, de casas de un solo piso, tenía nombre de heroína, y ambas –la calle y la heroína- fueron testigos de mis primeros pasos.
Me veo en ella, niño, descubriendo olores, compartiendo juegos, haciendo amigos e inventando enemigos.

Frente a mi puerta, las casas se interrumpían y el sol, se colaba por ese hueco iluminando las fachadas que iban del 60 al 68. Ese gran solar -todavía no robado al campo- era cuartel general de lagartijas, perros, gatos y alguna que otra gallina desertada del corral de la señora Amparo.
Desde mi habitación, adivinaba el paso de los coches por las luces que se reflejaban deslizándose fugazmente por las paredes y el techo en penumbra; quise coger miles de veces aquella luz, que siempre me sorprendía con ventaja.
Calle de panas y boinas, delantales y alpargatas. Y barro, mucho barro que despiadadamente me dejaba la lluvia, para enfado de mi madre.

Sólo tengo tres fotos de aquella calle. En una de ellas se ve el solar, donde se interrumpían las casas, y mi abuela, con la colada repartida sobre el confiado arbusto; recibiendo gratis el Sol a través de linos, lanas y algodones. Yo, con ropa de ensuciar, miraba, que no veía, mientras me comía una yesca de pan con aceite y sal.


En otra, en brazos de mi madre, observaba el solar en busca de lagartijas, gatos, perros o alguna gallina.
Era una calle llena de corazones curiosos, de azulejos de Manises y  miles de sueños que nacían y morían cada año.

De la tercera foto... ni me acuerdo, ni he vuelto a saber de ella.

Más calles, incluso avenidas, en la Gran Vía de Gus y en la calle de la Cultura de Any.

Comentarios

  1. Pues seguramente la gente de nuestra generación se verá reflejada en tu calle. Yo no tengo ésos recuerdos, al menos de aqui de España. La verdad es que he vivido en tantos sitios que no reconozco ninguna calle por mi calle... No sé si es bueno o malo, es diferente, a éstas alturas...no se puede desandar lo andado; ya sabes: Lo que pudo haber sido y no fué...es una ecuación imposible.
    Besitos.

    ResponderEliminar
  2. Hola, Alfredo.
    ¡Qué tierna, esa estampa tuya, y la imagen junto a tu madre, todo un lujo.
    Me encanta como dices al hablar de ese sol que penetra en las prendas al aire. Esa sensibilidad sobre lo que nace y muere cada día.
    Precioso escrito.
    ¿A Valencia? ¿Hay reunión de jueveros en la tierra de las flores, de la luz y del amor?
    Anda... cuéntame si es así, ya que estuve desvinculada mucho tiempo de este mundo informático, y no sé nada.
    Un fuerte asbrazo

    ResponderEliminar
  3. Gracias Celia, se te echaba de menos.
    Si, efectivamente hay encuentro bloguero en Valencia.
    Te adjunto enlace con los detalles, que pronto actualizaremos con los que se apuntan.

    http://thedailyplanetbloggers.blogspot.com/2011/09/encuentro-en-valencia-malvarrosa-1111.html

    ResponderEliminar
  4. Estampas sepias, de un niño que adivino a través del adulto que conozco. Un relato "completito" que me regala pasado para complementar un presente de calles que he tenido la fortuna de conocer.

    Un fuerte abrazo.

    ResponderEliminar
  5. El reflejo de toda una generación concentrado en una calle y unas vivencias seguro que comunes a muchos españoles. No sabria a cual de las fotos tenerle mas aprecio, la que estas con tu madre es enternecedora la otra reflejael ambiente de libertad de la vida segura en las calles.
    Un abrazo

    ResponderEliminar
  6. Quería comentar algo sobre esa calle que parece salida de una peli, pero ese nene que mira la cámara con cara de atorrante. "marroco" en mano (acá mi madre le decía marroco a la punta del pan, que nos daba para entretenernos mientras llegaba la comida), no me deja. No puedo dejar de mirarlo jajajaja, es tan tierno!
    Y su mamá es tan guapa! como dicen uds.
    Lo que habrá jugado ese pillo en esa calle!

    Me encantó tu sábado
    un abrazo

    ResponderEliminar
  7. ¡Qué bonitas fotos!, traen seguro muchos recuerdos.
    Qué importantes son las olores en nuestras vidas, nos traen sensaciones que creíamos olvidadas, sólo tenemos que cerrar los ojos y allí están.
    Muy buena descripción de tus recuerdos
    Un abrazo

    ResponderEliminar
  8. Me has hecho recordar mi calle. No asomaba a solares vacíos como la que describes, pero si era larga con viviendas de una sola planta a lo sumo de dos. Sus casas eran grandes, casas de vecinos que albergaban en su interior muchas familias que acababan por mor de esa vecindad, entremezclando mucho sus vidas. Las imágenes que acompañas, fiel reflejo de una España no tan lejana.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  9. ¿Sabes que echo de menos en este relato? poder rozar con los dedos el papel de esas fotos, donde seguramente los colores y las arrugas que han conformado el tiempo en él, hablan de los recuerdos y no dejan que se diluyan entre los dedos. Estos testigos de papel que nos dicen que fuimos pequeños y que tras nuestra silueta hay una historia y cuando empezó me encantan, te trasladan a lugares que seguramente como dices han cambiado mucho, pero tú si sabes como eran.

    ResponderEliminar
  10. ¿Dónde le he dado?, bueno se publicó antes de decirte...
    Un abrazo

    ResponderEliminar
  11. qué lindo fue el encuentro que permitió, como bien dijo neogeminis, amiga de mis amigos llegase por primera vez a mi espacio; después de tanto tiempo de vernos de reojo en tanta tierra común.
    Me encantaron sus palabras para con mi texto. Vengo acá y me transporto en el tiempo entre letras y fotos que dicen mucho.
    Me guardo la dirección de su calle, para poder volver. Un abrazo desde el Palermo porteño, calle Mansilla...

    ResponderEliminar
  12. Ayyyy Alfredo, ¿que habrá ahora en ese solar?¿dónde habrán ido las lagartijas, perros y gatos que lo habitaban? Me has traído a la mente recuerdos en tus fotos, de un solar parecido pero del cual me gané a pulso alguna que otra antitetánica jajaja. Nos sentábamos en el portal y jugábamos a adivinar de qué color sería el próximo coche que veríamos pasar y así pasaba el tiempo porque coches…más bien pocos. Me has traído tantos recuerdos.
    Tu calle, es el recuerdo de una calle de días felices, de tranquilidad, de familia, de comerse a veces el pan con aceite y tierra pero no éramos alérgicos, éramos inmunes y cuando hacia buen tiempo…vivíamos en la calle.
    Preciosas fotos para el recuerdo y como siempre, impecable tu relato.
    Un beso grandote amigo.

    ResponderEliminar
  13. En tus fotos me he reconocido. También mi abuela colgaba la ropa en la leñera. Tiempos dificiles aquellos.

    Ahora hemos ganado en confort; pero se han perdido las esencias. O eso creo yo.

    Ha sido un placer visitarte, Alfredo.

    ResponderEliminar
  14. Entrañable, Alfredo. Felicidades por el buen uso de la descripción. Siempre uno sale con tus lecturas y, también, con una sonrisa de medio labio; inevitable, la ironía es muy fina, sutil a más no poder.

    Un saludo, igual de entrañable.

    ResponderEliminar
  15. mi querido Alfredo, ¿se me hace tan tierno encontrarte a esa edad en brazos de tu madre? La calle de mi ingancia era parecida a esa, tambien recuerdo como nenes y nenas nos subiamos a los arboles o cazabamos grillos en las calenturientas noches de agosto. ¡Que años más bueno!
    Tu relato del 10 como siempre.
    Un besazo

    ResponderEliminar
  16. Entrañable el relato,las fotos y la esencia de su interior.Pies de barro,persiguiendo lagartijas que cruzaban de un lado a otro.Los rastros de tiempos vividos vuelven con el aroma de la masa recien leudada.

    saludos cordiales

    ResponderEliminar
  17. Cómo nos llaman los bichos cuando somos pibes.
    Y cómo acompañan los recuerdos de la infancia.
    Respecto de la ausente tercera foto, nuestra memoria es selectiva. Sí, señor!

    Saludos

    ResponderEliminar
  18. En la calle que crecí en Barcelona, delante mismo había un solar campestre salvaje...la de guerras de índios contra vaqueros, la de pilla-pilla, o churro mediomango y mangotero, y lagartijas y gatos y perros, meriendas y enterrar la sardina.
    Esa calle se llamaba Carretera de Sarria y pasaba el tranvía ese de madera como el del Tibidabo...hoy se llama Avenida de Sarria y viéndola, lo que acabo de contar parece un sueño inventado.

    Alfredo niñito pillín, seguro, menudo eras, nomás hay que verte.

    ¿Por qué para muchos y muchas la calle, su calle es la de la infancia? Mirar atrás sin ira.
    Nos vemoooos, besito.

    ResponderEliminar
  19. Alfredo, qué bella manera de honrar el recuerdo de tu calle y tu infancia!...¿será que uno tenía en ese entonces los ojos más inocentes y limpios que podía ver belleza y magia hasta donde -quizás- no la hallaríamos ahora?
    Me ha hecho nacer una sonrisa eso de "ropa de ensuciar", en mi caso era "ropa de entrecasa" aquella que estaba ya algo gastada y sufrida y soportaba el trato más ingrato!

    Un abrazo y muchas gracias por el paseo por tus recuerdos.

    ResponderEliminar
  20. Tardo en contestar porque he paseado por cada una de las calles, he hecho mios los tonos grises, los sonidos y esos sentimientos de nostalgia, de ternura que destapan las imagenes. Estoy segura que los pocos metros de tu calle, dan para muchos mas relatos, que se agolpan en la memoria detalles, rincones, gentes....que lindo.
    Un beso

    ResponderEliminar
  21. La calle de uno parece ser siemprre aquella en que creció. Yo ahí tengo un problema, crecí a caballo de dos.
    Me ha gustado recrear esas calles, antes que las promotoras inmobiliarias decidieran borrar de su faz toda la personalidad que las impregnaba.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  22. Alfredo como me ha gustado tu calle de tierra y barro, y esas fotografías ayyyy! que chipirulin se te ve, dulces recuerdos de una tierna infancia.
    He disfrutado mucho.
    Voy despacito leyendo, ratos prestados y lento muy lento, pero llegaré a todos, espero.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  23. Que hermosa descripción de la calle de tu infancia. Las fotos son el complemento perfecto para tan bellas palabras. Me gustó mucho leerte. Un abrazo.

    ResponderEliminar
  24. Hermoso tu relato Alfredo, un retazo de pasado, de casas amplias, calle solitaria y solar librado a su suerte. Yo diría que no le falta nada. Entrañable Alfredo, como las fotos.
    Te mando un fuerte abrazo

    ResponderEliminar
  25. Hermoso texto Alfredo, tiene la virtud de llevarme no sólo a otro lugar sino también a otra época; hoy casi nadie tiende la ropa de los árboles, y los niños de hoy no tienen "ropa de ensuciar", lamentablemente.
    Saludos!

    ResponderEliminar
  26. que relato manu...sin dudas... esto y la entrevista... buen trabajo el tuyo! haciendonos conocer muchas cosas...tu calle y un ping pong de preguntas y respuestas muy interesante! :D un abrazo amigo!

    ResponderEliminar
  27. Mi calle también tenía un final. Una masa boscosa allá a lo lejos, la del cementerio de la Almudena. Una extensión enorme. Se singularizaba ante mis ojos de niño si miraba en esos días nublados o cuando hay algo de calima desde la terraza de mi piso. Mi padre no se había muerto todavía.
    Se habla de los ángeles, de esa compañía, de ese obsequio que Dios nos da.
    En las fachada de la calle donde vivo ahora, existen efigies esculpidas de esos seres protectores.
    Si me fijo los encontraría en todas partes. Los precios suben y bajan a un mismo tiempo en cual quier lugar del mundo. Ahora estamos inmersos en la crisis. Los españoles, con todo, toda Europa buscamos la salida.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario